Un día de lluvia para lloverse y beberse los acentos de tu boca, camino de nubes y charcos igual a tazas de té volándome a tu cintura, para cantar entre sábanas y cuerdas la canción de tus dedos atravesando mis piernas. Una tormenta de invierno nubla nuestros cuerpos de alas y horizonte. Y llueves tú fluyendo en mi silencio y en tus ganas de rendirme.
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